martes, 27 de diciembre de 2011

Recuerdos


Los recuerdos no son exclusivos de la realidad:
los tengo de cosas que sucederán,
y otras que nunca pasaron.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Lo sabes, ¿Verdad?


Lo sabes, ¿Verdad?
Que en realidad no quiero conocerte,
sabes que no quiero formar lazos
que en lugar de unirnos te destruyan;
no quiero sentimientos que te aten a mí
cuando yo aún soy un ser impalpable;
no quiero crear recuerdos que te atormenten
y que yo fácilmente vaya a olvidar;
no quiero mentirte y decir que esto será
cuando yo sé que éste no es mi lugar;
no quiero ser cruel,
pero lo sabes, 

¿Verdad?

domingo, 4 de diciembre de 2011

Una muerte anunciada

Nunca he podido imaginarme como una anciana, tengo extrañamente la certeza de que nunca llegaré a serlo; y no es algo que me incomode, la idea de la muerte no me parece mala. La muerte es algo tan natural como lo es nacer; yo lo entiendo como lo más sano que pueda sucederle a cualquier ser vivo. ¿Has imaginado alguna vez cómo sería si la muerte simplemente no pudiera arrastrarnos con ella? Días incontables de cosas que parecen iguales, nada sorprendente; tan sólo el inevitable letargo emocional y espiritual.

Vivir para siempre es algo que no deseo.

Conozco a dos ancianas, muy ancianas. Una de ellas en su juventud era como una guerrera; hermosa, inteligente y audaz. Una muchacha alta y pelirroja que se montaba en un avión y lo volaba ella misma, a veces para hacer bromas a sus hermanas arrojándoles algo cuando pasaba por encima de sus casas; una mujer que dirigía sus negocios, y que con el tiempo no llegó a casarse (a pesar de ser asediada por los hombres). Sin embargo, formó su familia y la sacó adelante.

Por otro lado, la otra anciana ha vivido en el tiempo en el que "El Centuaro del Norte" comandaba ejércitos en las tierras del país, fue esposa de un militar, y al fallecer éste siguió criando y educando a sus hijos; una madre ejemplar, que formó una gran familia.

Han pasado tantos años desde que aquellas dos mujeres fueron lo que fueron en sus vidas, que ahora con despojos y vagos recuerdos de ellas permanecen casi inmóviles sobre sus camas; quizá ahora yo sepa más de sus vidas que ellas mismas.

Cuerpos marchitos y frágiles, una mente perdida entre cosas pasadas y cosas presentes que parecen confusas y sin sentido; incomprendidas y a veces ignoradas. Pensamientos que abruman sus corazones; con el sentimiento de inutilidad tatuado en el alma, y también en sus caras.

Sus historias ya no salen de cuatro paredes y una andadera;
no me preguntes por qué no quiero llegar a ser vieja.



El tiempo lo borra todo; él y la muerte tienden a ser uno solo.