domingo, 26 de junio de 2011

The Last Unicorn



Una de mis películas favoritas desde que era una niña, hace ya algunos 15 años, es El último unicornio. Ésta película está basada en uno de los libros del escritor estadounidense Peter S. Beagle, el cual no he tenido la fortuna de leer (enserio que tengo unas ganas enormes de leerlo, de no perderme un sólo detalle de ésta historia que me encanta). Tengo entendido que hay un relato que sucede a éste, pero no se ha realizado alguna película que se base en él.

Ésta es la historia de un unicornio que al paso del tiempo se ha vuelto el único; el último. Vive en su bosque pasivamente, en un bosque dónde no importa el tiempo; en un bosque dónde todos los días son de primavera. Un día unos cazadores se acercan a el, y uno de ellos, al darse por enterado de la presencia sobrenatural le dice: "Quédate en tus bosques y mantén verdes tus árboles, protege a tus amigos y que tengas buena suerte porque eres el último..."

Se empieza a preguntar si realmente será el último, se empieza a preguntar qué es lo que les ha sucedido a los demás; y sabe que tiene que salir de su bosque para averiguarlo y así poder comprender qué es lo que ha pasado.

Así comienza un viaje que la lleva a encontrarse con extraños personajes, y criaturas tan míticas como lo es ella misma; un viaje que la lleva a descubrir la verdad acerca de los otros unicornios, un viaje que la transforma, un viaje en el que se descubre teniendo algo que ningún otro unicornio ha poseído...


Ésta es una de esas películas que me ha dejado marcada, la primera vez que la ví tendría unos 6 años, y aunque entonces no podía comprender del todo la historia yo simplemente quedé encantada. La vi quizá en dos ocasiones más hasta que cumplí los 9 años, y no la volví a ver hasta que tuve 16 gracias a que pude encontrarla en internet; desde entonces la veo unas 6 veces durante el año. Y es que esta película es perfecta; la historia, el dibujo, la música, el doblaje.

No puedo hacer nada más que recomendarla ampliamente, y decirle a las personas que están acostumbradas a una animación más digital, que se tomen el tiempo de ver ésta película antes de juzgarla; y que disfruten de la vieja escuela de animación.

martes, 7 de junio de 2011

Girasoles




Ayer pinté un girasol sobre una base de madera que bien podría servir como tapadera de una pequeña caja. De hecho, hace algunas semanas, hice una bonita caja con palitos de madera que pinté color azul y decoré con algunos corazones rojos. Dentro guardé un secreto, el cual continuará siéndolo hasta que algún día llegue alguien a quien pueda revelárselo.

Pero esa es otra historia...

A mí me ha parecido siempre que los girasoles son flores felices; siempre me inspiran eso: alegría. En algunas ocasiones he regalado esta flor, aunque ahora que lo pienso más detenidamente creo que regalar flores no es una buena idea; es algo que dura algunos días solamente. Cuando las flores gracias al paso inevitable del tiempo se marchitan pierden su belleza, y al final, el ramo va a dar siempre al bote de la basura (hay algunos que son mejores utilizados y se conservan como adorno de naturaleza muerta, debo aceptar que en algunos casos puede llegar a ser algo romántico, pero depende mucho del momento y la persona que representa ese ramo; o quizás es simplemente un adorno y no tiene nada de sentimentalismos absurdos). Bien, el punto es que estaba pintando y fue inevitable pensar en el pintor holandés Vincent Van Gohg; recordé lo poco que sé acerca de este extraño personaje.

Vincent era una persona con una psiquis bastante inestable, no creo que nunca haya gozado de un buen carácter, lo veo más bien como una persona introvertida (era todo un cascarrabias a mi parecer pues). Luego queda esa fantástica historia acerca de cómo perdió su oreja izquierda en un pleito con su colega, también pintor, Paul Gauguin.

Paul y Vincent se hicieron amigos, incluso llegaron a vivir juntos. Pero el carácter difícil de uno y del otro, no ayudaba para que se mantuvieran juntos demasiado tiempo. Se dice que en una de las peleas que sostuvieron, Paul en un ataque de furia, con una navaja le cortó a Vincent un pedazo del lóbulo de la oreja izquierda. Después éste se marchó y nunca más volvió a ver a Van Gohg. La salud mental de Vincent era complicada, así que tiempo después voluntariamente fue internado en algunos psiquiátricos, en donde no dejó de pintar.

Un dato curioso es que a pesar de la cantidad de obras del autor, en vida jamás vendió un solo cuadro. Así que nunca tuvo éxito, Vincent es otro de esos genios que se alaban después de muertos, y que, en vida sufren una total incomprensión. Supongo que eso es lo que los hace ser más geniales; el hecho de adelantarse a su propio tiempo. Aunque claro está que la vida del "genio" se ve afectada notablemente de una manera que no podríamos calificar de positiva. Es así que, un día mientras paseaba, se disparó en el pecho con un revólver; aunque su herida era mortal, no murió inmediatamente; sino dos días más tarde.

En su última carta escribiría:

"Yo arriesgué mi vida por mi trabajo, y mi razón siempre fue menoscabada".

Vincent Van Gohg

Hay una leyenda acerca de los girasoles, pero esa quedará para otro día.

miércoles, 1 de junio de 2011

La vida en un rancho


Aquí en los relojes todas las horas se pierden;
no se cuentan, sólo corren.

Y cuando el sol se aleja, las tinieblas
todo lo cubren.

A su encuentro salen palpitantes las estrellas,
que a mis ojos ahora son más brillantes.

La luz tenue de la lámpara de petróleo
nos ilumina un tiempo, quién pudiera decir cuánto.

A lo lejos puedo escuchar maullar
a los coyotes, y en el camino ver liebres.

Cuando suena un cascabel
¿Dónde estará la cabeza?

Luna, ayer te esperé en vano;
no llegaste a nuestro encuentro, y así sola terminé cantando.



Un día menos es un día más.